La obesidad se ha convertido en un importante problema de salud pública como consecuencia de su prevalencia, impacto negativo sobre la morbilidad, la mortalidad y la calidad de vida y sus asociados directos e indirectos de los costes de la atención sanitaria.
Cuando se trata de gastrointestinales, la obesidad aumenta los factores de riesgo para la ERGE, la enfermedad de la vesícula biliar, la pancreatitis, la enfermedad hepática y el cáncer gastrointestinal. La obesidad es un factor de riesgo importante para los cálculos biliares, particularmente en las mujeres, entre los cuales el riesgo de cálculos biliares sintomáticos aumenta con el IMC (índice de masa corporal).